Hay algo fascinante en las relaciones humanas, porque son distintas según quién y en qué momento las mires. Una relación de pareja no es sólo de quienes la conforman y la viven, sino también, en cierta medida, de aquellos que la rodean e intervienen en el resultado del vínculo.
Podemos entender el poder personal como un sinónimo de fuerza, capacidad, energía, dominio o en su forma verbal sencilla: ser capaz o hacer posible una acción. En cualquiera de sus interpretaciones, el poder personal, no funciona por defecto, hay que activarlo y luego orientarlo a un bien común; pues debe ser entendido como un valor y como una emoción compartida.
Competir es algo inherente a todos los individuos, algo que se encuentra en la genética del ser humano desde su momento más primitivo y que está incorporado a la conducta de la supervivencia del más apto.