Competir es algo inherente a todos los individuos, algo que se encuentra en la genética del ser humano desde su momento más primitivo y que está incorporado a la conducta de la supervivencia del más apto.
Hay algo fascinante en las relaciones humanas, porque son distintas según quién y en qué momento las mires. Una relación de pareja no es sólo de quienes la conforman y la viven, sino también, en cierta medida, de aquellos que la rodean e intervienen en el resultado del vínculo.
Constantemente nos preguntamos: ¿Lo hago o no lo hago? ¿Podré o no podré con todo? ¿Por qué lo haré y por qué no? Pero pocas veces nos cuestionamos qué cosas necesitamos hacer para atrevernos, para llevar a cabo, para realizar y materializar aquello que siempre hemos soñado.